Te ofrendo, mis humedecidos labios con el rocío de eternos besos. Te regalo, mis mañanas con primaveras ignotas perpetuos atardeceres con calor de mis veranos, la mansedumbre del brisado otoño, y eternas noches y lunas que acompasarán la espera del cruel invierno menguado. Te obsequio, sólo mi amor peregrino y revoltoso, temeroso e incomprensible irresoluto y hermoso, de esta pasión con que te deseo
«Intima»
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